martes, 21 de septiembre de 2010

Viajando...

Espero la orden y subo, paso las filas de asientos hasta llegar al que me corresponde y me acomodo del lado de la ventana. Pasan algunos minutos hasta que el motor se pone en marcha, los auriculares traen diversas melodías a mis oídos, el sol baña tibiamente mi cara.
El tren arranca, todo es armonía, las viejas heridas ya no duelen, me siento liviano.
Atravesamos un campo en primavera, el pasto es verde, los girasoles dan la sensación de ser un mar amarillo.
Nos internamos en un bosque otoñal, las hojas caen lentamente, mecidas por el viento como si una mano amortiguara su caída.
La noche de verano, calurosa y mansa nos transporta hacia una montaña nevada, el frío invierno se hace presente, los copos de nieve caen con furia pero no dañan.
El tiempo no transcurre, no hay relojes ni apuros, la sed y el hambre son recuerdos vagos, las obligaciones son cosas del pasado. El tren hace una parada, la única de este viaje.
Me despierto sin razón, no se donde estoy pero me resulta familiar. La vista comienza a acostumbrarse a la penumbra, distingo mi cama, estoy acostado en ella.
Me despierto por una razón, el viaje terminó es hora de empezar el día.

1 comentario:

  1. Estaría fantástico que no sea sólo un sueño y que todos los días tengamos eso.
    Muy bueno, chiquillo
    Un beso

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